COSTUMBRES Y RECUERDOS

Los baños eran una especialidad de las habitaciones familiares de la ciudad cuyos terrenos tuviesen sus fondos para el lago y estaban provistas de casas de madera construidas dentro del lago teniendo como base moporas, palmeras cuyos troncos se conservan dentro del agua por muchos años. Sobre éstos era armado un tablado rectangular en forma de pasadizo que quedaba suspendido medio metro o más de altura sobre la superficie, dejando en el centro un amplio espacio que daba acceso al agua, bajándose a ella por una escalera de madera o de hierro. Sobre el tablado se levantaban las paredes de madera y encima se colocaba el techo, que era de distintas clases, pues se utilizaban tejas, madera, enea o zinc. Estos baños poseían la ventaja de tener las rendijas de las moporas para el flujo y reflujo constante de las aguas, sin temor a los animales acuáticos que no podían pasar por esas rendijas y con la sombra de la casa de madera se conservaba fresca el agua, aunque fuera a horas del mediodía. Estas casas se destinaban a los baños de toda la familia y a los parientes y amigos; también algunos de ellos tenían pasadizos exteriores con barandas, los cuales servían para recreo de los habitantes que acostumbraran pasar en ellos las primeras horas para tomar el fresco que soplaba en la amplitud del lago. Estos baños se construían con troncos de moporas y piso de madera dura; tenían sus puertas hacia las planchadas y también a las terrazas exteriores, cuando éstas existían. Otra costumbre en las calles de poco tránsito era ocupar las aceras con sillas que colocaban las familias como defensa de las altas temperaturas, y la visita de amigos y relacionados se recibía en esta forma, con lo que resultaban más cordiales los vínculos amistosos. En las épocas de fiestas religiosas de los municipios se hacían las veladas en determinadas calles de la parroquia; al efecto, en los lugares donde los vecinos querían tener la fiesta se adornaban las calles con arcos, palmas y papeles de color; de estos mismos se hacían cadenas que se colocaban con cordones de ventana a ventana. Ya engalanadas las calles se contrataban los músicos, una o dos bandas; en las de más tono se agregaban cordones de luces incandescentes, y desde el anochecer la música recorría, yendo y viniendo, toda la extensión de la calle donde se realizaba la velada. En tiempos anteriores la concurrencia era numerosa, pues en toda la ciudad se sabía de antemano los lugares donde se efectuaban; también se celebraban estas veladas en los días pascuales, de Navidad y en los primeros del año. Las fiestas de carnaval tuvieron también su época de mayor esplendor; el gobierno del Estado tomaba la iniciativa contribuyendo con determinada suma de dinero y nombrando un directorio; éste celebraba sus sesiones y designaba comisiones que se ocupaban de pedir contribuciones para las fiestas entre el comercio y la industria, colaborando todos de acuerdo con sus posibilidades; otra comisión se ocupaba de formular el correspondiente programa de los actos, que se imprimía en hojas volantes en forma chistosa; se nombraba en cada municipio una junta colaboradora; se contrataban bandas de músicos, destinándose una al directorio de las fiestas y otra a cada junta de municipio; se pedía la cooperación de todo vehículo de transporte para el paseo inaugural; se contribuía con dinero a comparsas populares, y todos, junto con los coches tirados por caballos y burros, junto con carros de muía, asistían a ese gran paseo que encabezaba el presidente del Estado con su familia, si la tenía en la ciudad; todos los miembros del directorio uniformados con trajes blancos, las juntas de los municipios con sus bandas de músicos, que se distribuían equidistantes en el cortejo, lo cual daba al paseo inaugural animación y esplendor inusitados, agregándose a ello que el directorio enviaba a las familias invitadas los coches correspondientes con buena cantidad de serpentinas, tiritos, grageas y dulces, con lo cual se abrían los Juegos de carnaval. En las plazas de las parroquias había iluminación especial bailándose en ellas hasta altas horas de la noche. La gente del pueblo se divertía en medio de una gran animación, los hombres jóvenes se disfrazaban de viejos y hacían las delicias de la chiquillería; por todas partes se oía el alegre grito de "viejo" con que se saludaba su paso y esto daba lugar a muchas cosas graciosas; los viejos estaban en todas partes: en los Juegos, en las plazas, en los bailes, en los vehículos; muchos cocheros se disfrazaban de viejos y así conducían sus vehículos, que, a su vez, eran adornados con accesorios propios de las fiestas carnavalescas. El paseo inaugural abría las fiestas de carnestolendas y en las mañanas de cada uno de los tres días se efectuaban en determinados sitios los Juegos indicados en los programas respectivos; en los mediodías las comparsas de muchachas y Jóvenes salían a visitar las casas de familia donde se los obsequiaba con bebidas refrescantes. Por las tardes era la gran diversión del pueblo el desfile de coches Jugando carnaval con las casas del trayecto, cuyas ventanas se llenaban de damas vestidas con trajes de acuerdo con las fiestas, y por la noche se bailaba en muchas casas aprovechando las bandas de músicos contratadas por el directorio. En los clubes sociales la animación en bailes y Juegos era grande y las fiestas duraban hasta la madrugada. Terminaban las fiestas y en la mañana del miércoles de ceniza se daba libertad a los detenidos por la policía en esos días, saliendo la mayoría disfrazados con los trajes de color, pero sin caretas. Todavía el siguiente domingo se repetían los festejos, pero no con la unanimidad de los días carnavalescos, pues la mayoría de la gente respetaba el día de la Tentación. El lago fue siempre para el zuliano lugar de atracción; los muchachos desde pequeños se acostumbraban a tenerlo como el mejor amigo y en él aprendían a nadar a fuerza de usarlo como baño; en la bahía siempre había botes de remos que se alquilaban por horas y ésa era una de las diversiones preferidas los días de fiesta, pues además de servirles de paseo fortalecía sus músculos el ejercicio de remar. También se veían pequeñas lanchas de vela de uso particular donde la gente joven aprendía rudimentos de marino; se formaron sociedades de bogas que tenían grandes botes de remo y se hacían en ellos fiestas sociales, trasladándose a las costas cercanas; posteriormente a estos botes se les aplicaron motores y entonces fueron más aprovechables para pasear hasta distancias mayores. En los días feriados los muelles y malecones se llenaban de público que gustaba presenciar el ir y venir de los botes de remo, de motor y de las lanchas de recreo. En una de las jornadas de carnaval figuraban juegos en la bahía y los botes y lanchas se llenaban de familias; por las noches, en bongos colocados a distancia, los pirotécnicos se ocupaban de ofrecer fuegos artificiales, lo que divertía a la población, que se aglomeraba en las orillas del lago para verlos en toda su amplitud visual.

 

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