LAS ESQUINAS CON NOMBRES

El 25 de julio de 1813 un huracán azotó las regiones y pueblos del lago de Maracaibo; su violencia fue de tales proporciones que las olas embravecidas y encrespadas arrastraron las embarcaciones fondeadas en la bahía, llevándolas a' las orillas, que en esa época llegaban hasta la calle La Marina, hoy calle 101, donde se estrellaban o quedaban varadas en seco; una balandra fue llevada por la calle Páez hasta su intersección con la calle Derecha, como se llamaba entonces la que posteriormente se denominó Ciencias. La población dio nombre a los dos acontecimientos: al huracán lo llamó el "chubasco de Nuestra Señora de Santa Ana", y el cruce de las calles Páez y Derecha fue conocido como "esquina de la Balandra". "El Murallón" se llamó la esquina noroeste del puenteque daba paso a la Cañada Nueva, en la calle del Lago. Ese punto era el terminal de la cuadra de casas con frente a la ya nombrada Cañada Nueva y comenzaba en la calle Federación; era un hermoso pedazo de muralla de manipostería hecha con la llamada piedra de ojo, tendida en la calle del Lago entre las de Padilla y Baralt, con que los vecinos de la población se propusieron amurallar la ciudad para defenderla de los ataques de los piratas.

El trabajo de esa primera sección fue magnífico, las murallas tenían más de un metro de espesor con dos terminales en forma de prisma coronado por salientes de manipostería, que permitía la visión a los centinelas que debían ocupar esos puestos, en caso de necesidad. Eran verdaderas almenas que coronaban los muros de aquellas fortaleza que para la época hubieran sido defensas inexpugnables; en ese solo pedazo de muralla hubo de quedarse el propósito, porque el costo de la obra superaba las posibilidades de los pobladores; ese recuerdo vivo de aquel tiempo fue demolido hasta sus bases para dar paso a la moderna avenida El Milagro. "La esquina de la Casa Alta" fue llamada el cruce de las calles Padilla y Obispo Lazo; este punto era el principio de los barrios conocidos con los nombres del Guarico y el Guariquito, cuyas casas eran todas pequeñas, de bahareques de barro y techos de enea y fue ese lugar en donde se construyó un edificio de dos pisos techado de tejas que sobresalía por su altura de las otras construcciones. También se denominó al cruce de las calles Bolívar y Urdaneta "esquina de la Casa Fuerte", porque el edificio que estaba en ese sitio llevaba tal nombre, el que fue demolido totalmente para construir en su lugar el moderno y elegante que ocupa hoy el Banco de Venezuela. En la plaza Bolívar, en el corte de las calles Obispo Lazo y Venezuela, existía una casona colonial de dos pisos a la cual correspondía un hermoso patio con árboles frutales, entre los que descollaba un chirimoyo cuya ramazón sobresalía del bahareque que daba a la calle Obispo Lazo, antes llamada la calle de Las Piedras, y de ese árbol tomó el nombre la esquina que era muy popular por su situación central. Esa casa fue demolida con el fin de construir un edificio para sede de una escuela de artes y oficios, obra decretada por el doctor Alejandro Andrade como contribución del gobierno del Estado Zulia a la celebración del centenario del nacimiento del general Rafael Urdaneta. Siguiendo la calle Venezuela hacia el Este se llega a la de Aurora, donde hubo un edificio colonial de dos plantas con grandes balcones mirando a las dos calles, protegido por fuertes barandales de hierro pintados de negro, donde en tiempos de la colonia funcionaban los tribunales, cuyos personeros nombraban los reyes de España. El pueblo le dio a ese edificio el nombre de '"La Corte", con el cual también se distinguió la esquina. Copiamos áe seguida una décima popular de la época: De la esquina de La Corte hasta la del Chirimoyo vive gente de buen porte que no quiere verse en brollas, pero dicen que en el Foro hay un juez tan descarado que cuando da una sentencia le pide al beneficiado le dé dinero prestado sin temor a su conciencia. Un trinitario, empleado de circo, para hacerle propaganda al espectáculo invitó al público a presenciar el salto que daría sobre la Cañada Nueva, en la parte que dividía en dos la calle Federación; en esa época no había el puente que años después fue construido y está en servicio actualmente con el nombre de puente 0'Leary; el trinitario llegó, precedido de la banda musical del circo, a la esquina de la calle Padilla con ¡Federación, donde estaba reunido el público, al que hizo un saludo; tomó en sus manos un varal, apoyó uno de sus extremos en el lecho de la nombrada Cañada Nueva y, apretando fuertemente el otro, se apoyó en el piso de la calle y empujándose con sus pies dio un salto, describiendo un semicírculo en el aire y cayó parado en el extremo opuesto, mientras los músicos tocaban una pieza de su repertorio; desde entonces el pueblo nombró a ese sitio "la esquina del Brinco". En la parroquia Chiquinquirá, entre las calles Venezuela y Padre Añez, se construyó una casa de dos pisos y para la comunicación de las dos plantas se colocó por primera vez en Maracaibo una escalera de madera circular a la que daban el nombre de escalera de caracol, nombre con que fue bautizada esa esquina por el público. En el Empedrado hay un sitio llamado "Las CuatroEsquinas", donde la distancia de una a otra es tan pequeña que los vecinos se reunían en ellas todas las noches a comentar los sucesos del día y regularmente la conversación era en voz alta, pues los cuatro grupos tomaban parte en ella. El jefe civil de esa parroquia, a quien toda la población conocía con el apodo de "El Judío de la Maceta", cuidaba de vigilar con preferencia ese lugar, porque muchas veces se habían producido desórdenes y camorras entre los contertulios que, en ocasiones, terminaban con hechos de sangre. En una de esas noches uno de los asistentes hablaba de que en la mañana había oído una conversación entre dos vecinos de Los Haticos y el uno le decía al otro que el señor obispo había nombrado al padre Zuleta cura de Trujillo; en ese momento pasaba Pedro Rondón, un versificador instantáneo, que entró en la conservación así: Decite al padre Zuleta que si va para Trujillo se lleve de monaguillo al Judío de la Maceta. El jefe civil, quien había salido en su recorrida nocturna entraba en ese momento en "Las Cuatro Esquinas" y, al oír el verso, le dijo al que hablaba; "Está preso por falla de respeto a la autoridad" y lo hizo entrar en la fila del piquete de policías que lo acompañaban, haciéndolo ir a pie con la recorrida desde el sitio indicado hasta el matadero municipal, donde lo puso en libertad; el castigado también tuvo que regresar a pie a la ciudad porque el tranvía de Bella Vista no circulaba después de las diez de la noche.

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