PLAZA Y TEMPLO DE SAN JUAN DE DIOS

Al oeste de la población de Nueva Zamora de Maracaibo y en lugar despoblado, el capitán don Juan de Andrade fabricó con dinero de su propio peculio, en el año de 1668, una ermita dedicada a San Juan de Dios. La pequeña capilla era de barro pisado y su techado de palmas; en esa época el sitio tenía alrededor casitas campestres y ni siquiera se había esbozado el turbulento barrio que más tarde llevaría el nombre de El Saladillo. En el año de 1724 la expresada capillita fue erigida viceparroquia y como tal se iniciaron trabajos para construir en ese mismo lugar una iglesia de mayor capacidad, empeñándose su capellán en que fuera de bahareques y techo de tejas, y en el año de 1732 quedó consagrado el nuevo templo, al cual se le destinó, por disposición del Ayuntamiento, la hermosa plaza que lo rodea actualmente. Los sucesos de la renovación de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá el 18 de noviembre de 1749, en una humilde casa de la calle que lleva el nom bre de El Milagro, tuvieron tal trascendencia para la ciudad de Maracaibo que las autoridades civiles y religiosas resolvieron su traslado a la iglesia matriz de San Pedro y San Pablo, hoy catedral, y el día de cumplir esa resolución, dice la leyenda que al ir a cruzar la primera esquina, o sea la de la calle Derecha, hacía el Este, la tablita que contiene la imagen se tornó tan pesada que no fue posible moverla; el revuelo formado por la concurrencia que la llevaba en procesión trajo muchas opiniones, entre ellas que la Virgen se oponía a que la llevaran a la iglesia matriz; otros, que Ella deseaba volver a la casa donde había aparecido y, los más, que la Santísima Virgen quería que la llevaran a la iglesia de San Juan de Dios; prevaleciendo esta última opinión, la autoridad eclesiástica dispuso se cambiara la ruta y, al hacerlo, volvió a tener su peso natural, siendo transportada hasta el citado templo, donde quedó definitivamente a la veneración de los fieles. El traslado de la Virgen aparecida hizo ganar bastante popularidad al templo de San Juan de Dios, al que se le efectuaron varias reparaciones, y en el año 1776 contaba con paredes de manipostería, tres naves divididas con dos órdenes de columnas de madera y cinco altares; en el ángulo nordeste de la iglesia se había construido una capilla donde estaba colocada la imagen del milagro de la renovación. La devoción a Nuestra Señora de Chiquinquirá era cada día mayor; las fiestas del aniversario de la aparición aumentaban en solemnidad y concurrencia, lo que hizo necesaria una reforma completa del templo, y no siendo posible realizarla en poco tiempo, por lo costosa, se dio principio a los trabajos contando con que éstos seguirían a medida que hubiera los recursos necesarios, quedando definitivamente terminados en el año de 1865. Intervinieron en dichas gestiones los Pbros. Manuel Romero, doctor José de Jesús Romero y José Concepción Villasmil. Ampliando así el templo se le dio el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y San Juan de Dios. En el año de 1880 era todavía iglesia filial de la de San Pedro y San Pablo; años después, una disposición de las autoridades eclesiásticas creaba la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y San Juan de Dios. Por gestiones del Pbro. doctor Antonio María Soto, cura de la referida parroquia, se obtuvo de S. S. el Papa Benedicto XV, el 16 de Julio de 1917, un Breve Pontificio, dirigido al excelentísimo monseñor doctor Arturo Celestino Álvarez, obispo del Zulia, cuyo texto es el siguiente: "Por tanto, a la mayor gloria de la Santísima Trinidad, para nuevo ornamento y honra de la Madre de Dios, por unánime sentencia decretamos y mandamos que la San- tísima imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Ma- racaibo sea solemnemente coronada con corona de oro". También al mismo Pbro. Antonio María Soto se debe la exaltación de la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá a la categoría de basílica menor. Para llevar a feliz término esa coronación era necesario modernizar el antiguo templo y con tal fin se nombraron juntas que trabajaron intensamente. Luego de vencer las dificultades de toda obra importante quedaron terminadas las reformas en 1932, contribuyendo eficazmente a esa finalidad el general Vicencio Pérez Soto, presidente del Estado para la época, contribuyendo también la Municipalidad, el comercio, la industria y el pueblo entero de Maracaibo. Tocóle a su Exc. Rvma. monseñor doctor Marcos Sergio Godoy disponer lo conducente a la expresada coronación el 18 de noviembre de 1942. El pórtico que luce actualmente la basílica fue financiado por el escritor zuliano don Arístides Urdaneta, quien, valiéndose de una carta autógrafa de El Libertador, recabó fondos rifándola entre amigos y devotos, lo cual permitió su construcción. Cuéntase que un capellán de este templo, en vista de que los trabajos de reconstrucción del edificio lo tenían lleno de andamies y había llegado el tiempo de Cuaresma, dispuso que las misiones, que siempre eran muy concurridas, se hicieran ese año en la plaza de la iglesia que tenía un buen altozano, desde donde él podría dirigir la palabra. Una noche en que la plaza estaba colmada de gente, predicaba sobre el milagro de los panes y los peces, explicándolo de la siguiente manera: "Nuestro Señor Jesucristo con cinco mil panes y cinco mil peces le dio de comer a tres personas"; un hombre, a quien le faltaba la vista en un ojo y estaba muy cerca oyendo el sermón atentamente, se dio cuenta del error y en tono socarrón lo interrumpió, exclamando en alta voz:'' [Caramba!, eso también lo hago yo". El orador sagrado al oírlo, un tanto avergonzado se dio cuenta de que había trabucado la frase y, dirigiéndose a los fieles que lo escuchaban, les dijo: "Hermanos míos, perdónenme que tenga que repetirles ese pasaje del Evangelio porque me he equivocado: Nuestro Señor Jesucristo, con tres panes y tres peces le dio de comer a cinco mil personas", y señalando nerviosamente con la mano al hombre que lo había interrumpido le dijo: "¡Hacelo ahora, tuerto del diablo!".

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